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Te quiero.
Con las tristes ojeras de tus noches,
con tus labios sin rouge de madrugada,
más allá de tus piernas y tu escote.
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Te celo.
Con el abrazo tierno del amante,
con la ausencia total de las caricias
de tus manos que no ansían tomarme.
?
Me ignoras.
Cuando regresas tarde por las noches,
cuando pintas tu boca en las mañanas,
cuando luces tus piernas y tu escote.
?
Me olvidas.
En el abrazo tierno de otro amante,
en el tenue rozar de las caricias
de tus manos que gozan al tocarle.
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Me evado.
Permanezco en mi mundo hecho pedazos,
conteniendo tus faltas y la angustia
en el hueco vacío de mis brazos.
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Te espero.
Como el lobo acechando a la majada,
simulando soñar cuando regresas
cada noche a la alcoba despojada.
?
Me entrego.
Cuando llegues me has de creer dormido;
deja tus besos falsos en mi boca
de la que no saldrá un solo suspiro
?
y escucha:
sostenme en tu regazo, aún no he partido
y permite a ? mi alma agonizante
morir en el solaz de tu vestido.