Moussa, Cheikh y Khady
Querido y amado Moussa:
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Te escribo esta carta con la ilusión de que estando vivo puedas algún día saber del amor de tu mujer y tu hijo.
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Quiero que sepas que junto a nuestro hijo Cheikh sois las dos personas que más he amado en mi vida. Realmente sois las únicas personas que me disteis amor. Huérfana desde pequeñita, viví como pude semiabandonada. Tuve suerte, te conocí muy pronto; tu también estabas necesitado de cariño como yo; siempre te portaste bien conmigo. Supiste cuidarme y logramos escapar a violaciones, mutilaciones y muerte y me diste un hijo. Antes de que naciera tuviste que marchar a la guerra obligado por hombres malos. Nunca más supe de ti. Maldita guerra que desde niña me lo robó todo. La necesidad me llevó a un campo de refugiados donde mi embarazo llegó a término. Dentro de la miseria tuve a mi hijo. Desde pequeña guardé celosamente el sueño de ser madre algún día. Creo que como todas las mujeres del mundo, soñaba con acunarle, abrazarle y verle crecer sano y fuerte. Pero ningún sueño es comparable al momento en que después de un importante esfuerzo le pude coger entre mis brazos. He llorado mucho en mi vida, en ocasiones con lágrimas secas pero esta vez lloré de felicidad como nunca lo he hecho. Te eché mucho de menos mi querido Moussa. También aquí tuve suerte y pude dar de mamar a nuestro hijo protegiéndole de la violencia, la pena y el hambre. Muchas veces le he cantado nanas, le he hablado de ti y le he contado cuentos e historias en las que su padre era un hombre al que merecía la pena parecerse.
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Aquí dicen que hay otros países en que la gente come hasta saciarse y no pasa necesidad. No deben conocer nuestra situación, pues teniendo todo lo que tienen acudirían en nuestra ayuda. Quizás algún día podamos llegar allí y después de enterarse de nuestras desgracias nos atenderán y acudirán prestos a socorrer a todas las personas que aquí penan.
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Querido Moussa un día la leche se me secó, quizás fue por que no tenía casi comer, ese día tengo que decirte que lo dí todo por alimentos para nuestro Cheikh, espero que algún día puedas perdonarme pero una madre renuncia sí misma por la vida de un hijo.
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Era guapísimo, le cepillaba y le limpiaba. A veces, cuando había algo que comer sonreía. Se fue quedando delgadito, delgadito, le tenía que coger con cuidado y un día sin decir nada, sin ningún quejido el amor más grande de mi vida se fue entre mis brazos. Te eché mucho de menos mi amado Moussa.
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Sola, terriblemente sola, mi vida no tiene sentido. Todo lo que amaba lo he perdido y solo en algunas ocasiones me aferro al sueño de que tú sigas vivo. A veces, semiinconsciente, te he visto volver entre la bruma, acercarte y abrazándome llevarme al país de la paz y la prosperidad dejando para siempre este mundo de muerte y desolación. Otras veces tengo pesadillas en que vuelves de la guerra convertido en un hombre embrutecido y cruel al que desconozco, entonces prefiero creer que has muerto siendo el que yo conocí.
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Sin ti y sin mi hijo nada me ata a la vida. La pobreza, el hambre y la guerra no dejan sitio al amor. Aquí es un bien escaso. Yo lo conocí y ya no puedo vivir sin él. Es por eso que habiéndolo perdido ya no deseo vivir.
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Te escribo esta carta con la ilusión de que estando vivo puedas algún día saber del amor de tu mujer y tu hijo.
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Khady
Campo de refugiados de Dafur (Sudan)