Vétera

Filed under: Relato - Segundo ejercicio — Quioreng at 4:41 pm on domingo, diciembre 27, 2009

Os voy a contar la historia de un país llamado Vétera, en el que todos sus habitantes vivían en plena armonía, era un lugar que había sido tocado por los Dioses con la bondad, el amor, el respeto y la abundancia. Todos tenían justo lo que necesitaban y no conocían la tristeza. Las leyes de Vétera eran dictadas por su presidente Nicolas Perellón que era un hombre muy justo con un gran equipo de consejeros, aunque el mejor de todos ellos, era su mujer Adaliz, que tenía la gran virtud de saber como ponerse en el lugar del otro. Adaliz era una mujer muy hermosa, tanto podría venir de un mundo de hadas, tenía una belleza etérea, y al contemplarla era como ver un día soleado después de un largo invierno, su piel era tan fina y tan blanca como el nácar. Su pelo azul, largo y abundante brillaba con reflejos plateados. No creo que se haya conocido un amor tan puro y generoso como el que sentía Nicolás por su mujer. Nicolás y Adaliz vivían en una gran casa con su hija, María, una niña muy bonita rubia como el sol y objeto de todas las atenciones del feliz matrimonio. Pasaron los años y en Vétera seguía siendo todo felicidad, pero un invierno, Adaliz contrajo una rara enfermedad que la fue consumiendo poco a poco hasta morir en los brazos de Nicolás. Una gran tristeza invadió a Nicolás, se le petrificó el corazón, causándole un gran dolor, un dolor que podía verse a través de sus ojos. Había perdido la ilusión por la vida. Se encerró en su casa sin querer ver ni tan siquiera a María. La tristeza del presidente se expandió por todo el país, y con ella, un profundo miedo a sentir amor y poco a poco los corazones de todos los habitantes de Vétera se convirtieron en piedra

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