Bailarina

Filed under: Relato - Primer ejercicio,Varios — SILVIA SOLIS CAMACHO at 7:39 am on miércoles, enero 20, 2010

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“un pequeño regalo de amor.”

Lewis Carroll

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Sentadas alrededor de la abuela Abejina, mis primas y yo tomábamos clase y sin abandonar de todo el juego, esuchamos:

-Niñas, -dijo la abuela-,? provenimos de la realiza. De acuerdo a nuestro árbol genealógico, somos de la familia de los himenópteros, insectos de alas y membranas traslúcidas? como las avispas y hormigas. Nuestra misión quedó inscrita por nuestras antepasadas egipcias y gracias a esos testimonios, se conocieron los primeros colmenares.

Levantó la? ? voz y me recriminó:

? ? ? ? ? ? ? ? ? -¡Abejita, por favor! Pon atención, siempre estás distraída. Eres demasiado inquieta. No encuentro la forma de tenerte en paz, ¡concéntrate niña!

? ? ? ? ? ? ? ? ? – Abuela, yo no debería estar aquí, yo no quiero ser reina, quiero ser bailarina; tengo entendido que el objetivo de esta preparación es la de elegir a la candidata para suceder a la reina.? Yo quiero ser bailarina, no quiero ser reina. La música llena mis venas, el ritmo mueve mis patas; no puedo evitarlo. Sé que nací para ser bailarina y nada más.

? ? ? ? ? ? ? ? ? -¡Niña! ¿Cómo piensas en eso?, ¿De dónde sacaste esa tonta idea si estás a punto de obtener el reinado? Nuestra familia siempre ha sido de obreras y? es la oportunidad de dejar de serlo; ¿muchas quisiéramos estar en tu lugar?

? ? ? ? ? ? ? ? ? -¡Pero abuelita! El poder corrompe todo, es una maldición, se pierde la libertad, es igual que cambiar el color y la brillantez por la oscuridad y el? desamparo.

? ? ? ? ? ? ? ? ? ¡Basta! No quiero oír más, sigamos la clase. Como vimos anteriormente, nuestra misión es la elaboración de miel, néctar que los mismos Dioses nos legaron. Una gota de miel es oro, es? llave que abre el más exigente paladar pero también es cura. La esencia está en esa dualidad: veneno y? salud.

Ahora veamos este esquema.? Nuestros ojos son perfectos, son móviles y? nos permiten ver en todas direcciones, incluso detrás. El daltonismo que para muchos es un defecto en nosotras es cualidad. Percibimos la luz en forma de espectro para muchos invisible. Las antenas suplen la nariz? haciéndola más sensible a los olores por eso, podemos localizar fuentes ocultas de néctar y comunicarnos por secreciones olorosas; las dos mandíbulas sirven para cortar, pinzar, cepillar? y amazar el propóleo o? para construir las paredes de los alvéolos. Nuestra trompa posee una lengua retráctil? que permite aspirar hasta lo más profundo de las flores y recolectar el polen.

Con las patas delanteras lo agarramos mientras las posteriores son cucharas para recogerlo. Aquí en la panza? -se soba el vientre- se acumulamos la miel y el agua que luego se expulsa.? Con estos recursos debemos? defender el colmenar y a la reina? a costa de nuestra? vida.

Interrumpí? para hacer una pregunta:

? -abuelita, el otro día en la clase de civismo aprendí que las abejas practicamos la más pura democracia? Cierto que debemos a nuestra soberana el máximo respeto y lealtad absolutas pero entonces, ¿Por qué no somos libres de escoger nuestro destino? ¿Por qué no podemos ser libres? ¿La democracia no incluye la libertad como un Derecho?? A mí la democracia me esta pareciendo un sistema enmascarado de esclavitud.

La abuela me miró con notable disgusto y sin ningún comentario prosiguió la lección:-como decía-, Abelina I? tuvo que librar una batalla a muerte con su más cercana rival al trono.? Como vencedora, emprendió el vuelo nupcial donde se unió cinco veces a una decena de zánganos.

-¿Sin estar enamorada? ¿Sólo por el mandato natural? de aparearse? Me han contado que el verdadero amor es eterno –dije en tono de seguridad- ella estaba enamorada de otro ¿no?

La abuela siguió ignorándome:

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? Entre los candidatos desgraciadamente no estaba Abejón, su más ferviente enamorado. Ella se sintió decepcionada? y a él lo embargó? un estado de profunda tristeza de la que, hasta la fecha, no se repone.

Volví a interrumpir:

? -¿Es decir que tampoco la reina puede decidir a quien amar? ¿Cuáles son los privilegios de ser reina??

La abuela se acercó disgustada y con el puño? me? dio un coscorrón; acto seguido, volvió al tema.

-La vida monárquica no es fácil, la reina está al servicio de la comunidad y ésta, al servicio de la reina. Su deber es recluirse durante cuatro o cinco años dedicada aponer un huevo por minuto? para garantizar su descendencia.

Hace días se confirmó que Abelina I está gravemente enferma, los médicos de palacio hacen todo lo posible por salvarla.

Guardé un profundo silencio. La preocupación me saltó con ferocidad al pensar que mi más inmediata estrella me conducía a sustituirla.

Esa noche no pude conciliar el sueño. Una cadena de pesadillas confusas me mostraba un porvenir del cual no era partidaria.

Las clases con la abuela siguieron su curso:

Nosotras, -enseñó la abuela-, somos insectos sociales, nos necesitamos las unas a las otras y no podemos vivir fuera del colmenar. Desde siempre se nos ha reconocido la constancia, disciplina y variedad en el trabajo. A diferencia de nuestras parientes las hormigas que realizan una única tarea toda su vida,? nosotras cambiamos de función según sea conveniente. Podemos ocuparnos de limpiar los alvéolos de la colmena, almacenar el polen, fungir como nodrizas y? hasta ser arquitectas y constructoras de nuestra casa.

? ? ? ? ? ? ? ? ? ¡Abuela! volví a mi puñado de interrupciones:

– A mí lo que más me gusta es ayudar a mantener la temperatura y humedad del castillo colmenar, para ello,? agito con rapidez mis alas? y eso me divierte mucho, es como bailar. La danza eleva el alma mientras la conduce al centro del equilibrio. Cada movimiento del cuerpo va siguiendo la música por un sendero que llega al cielo, a la eternidad.?

A mí, – dijo Abelida, mi prima- me encanta estar de guardia a la entrada del castillo y luchar contra las avispas y las mariposas. Me siento como valerosa guerrera. La confianza es depósito de tentaciones sometidas; el control es freno de excesos. Vigilar el sueño y la paz de la reina provoca en mi el orgullo y la satisfacción del deber cumplido. Fíjate abuelita que el invierno pasado se apareció Abejón con quien sabe qué intenciones. Aunque es más gordo y más peludo que yo, lo ataqué ? con? decisión? y? lo hice respetar la ley que prohíbe? a los zánganos presentarse? ante su majestad sin su anuencia. Abejón? soltó en llanto. Está profundamente enamorado.?

-No me importaba morir o ser? expulsado –gritaba abatido.

Abuelita, ¿Por qué los zánganos son esclavos de la colonia, por qué no se les trata con más consideración? Sabemos que fuera del reino no son capaces de sobrevivir, carecen de aguijón y no pueden defenderse? del enemigo. Es injusto que? únicamente se les utilice para concebir, ellos también sienten ¿no?

¡Niñas! -gritó la abuela- eso no es posible, la naturaleza ha determinado que su función sea fertilizar y luego, ser destrozado por la reina o ser abandonado a su suerte así ha sido siempre y no hay manera de cambiar esto.? Habrá muchas cosas que a su corta edad pueden parecerles injustas pero, el? orden es equilibrio y si se rompe, viene el caos. Sin decir más prosiguió la lección:

Hoy hablaremos de un tema muy interesante: las feromonas. La reina segrega una sustancia química específica para cada colmena e indispensable en la cohesión social. Al tocarla,? nos transmite la información genética necesaria para dar continuidad a nuestra misión. ¿Se dan cuenta de la importancia de la actuación de la soberana?

A nosotras, como obreras, las feromonas nos sirven sólo para localizar manantiales de néctar que son lugares de enjambrazón de la reina por los zánganos durante el vuelo nupcial, para emitir señales de alarma o para controlar reservas de comida.

Al concluir la sesión, salí a toda prisa a mi clase de danza; mis primas fueron conmigo. Ya en el salón de baile, practiqué complicados pasos en una coreografía perfecta. Traté de mostrar lo que alguna vez aprendí del filósofo austríaco Karl Von Frisch quien estudió por treinta años nuestras costumbres y descubrió nuestro lenguaje escondido en la danza. Afirmó también que el baile contiene un código secreto; así? me enteré,? que cuando volamos en círculo se pueden inspeccionar lugares de hasta veinticinco metros; en tanto, para supervisar distancias mayores, el baile debe ser bullicioso, en forma de ocho o con figuras más complicadas las cuales, por su grado de dificultad, requieren de? largas horas de práctica.? El baile siempre se? debe remontar tomando como referencia al sol. Con distancia y la velocidad de las vueltas se mide la pericia de cada abeja sobre sí misma. Esto fue prueba irrefutable para el estudioso quien concluyó que las abejas poseemos una facultad de entendimiento muy desarrollada.

El baile es mi vida por él descuido algunos de mis deberes. Me olvido hasta de comer y sacrificó mis horas de sueño en? el perfeccionamiento de cada paso, de cada movimiento.

A la mañana siguiente, luego de la clase, la abuela? nos dio una mala noticia:

-Jovencitas, hoy la clase tratara acerca del papel tan importante que debemos realizar: La polinización. De las especies florales y del desarrollo de los cultivos frutales se obtiene el polen. Es indiscutible: “¡sin polen, no hay fruta, sin abejas, no hay polinización!”. Como saben, la técnica que hemos de emplear para realizar esta función es la llamada entomófina. Apréndase de memoria la forma en que se lleva a cabo porque serán las encargadas de esa tarea, recuerden, se espera de ustedes? calidad y eficacia.

Posteriormente leímos, “La vida de las abejas” de Aristóteles ? y supimos que el? científico Einstein dijo: “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida: sin las abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni? hombres…”

Con esto damos por terminada la clase. Les informo –concluyó-, que el Consejo Directivo de este Plantel, convocó a una junta extraordinaria;? al parecer, la reina madre ha tenido una recaída y su salud se ha agravado; en cualquier momento se espera el desenlace fatal. Su majestad pierde peso y se la mira demacrada. Ya el Consejo médico presentó su diagnostico final: Nosemosis, una enfermedad que afecta la capacidad de postura. También, la reina ha sido atacada por algunos ácaros y la inmovilidad? se ha tornado casi? absoluta, el sufrimiento es indescriptible. La medida terapéutica que se tomó para evitar la infestación? es destruir el colmenar? ? e inmolarse en sacrificio. Ella misma? pide a gritos que sea cuanto antes.

Todas guardamos profundo silencio. Luego de unos instantes, la abuela se dirigió a mí con voz enérgica:

? ? ? ? ? ? ? ? ? -Abejita, debes estar preparada porque oficialmente, eres la sucesora. Cuando llegue el? momento, deberás iniciar? como reina virgen. La ceremonia nupcial iniciará al tomar el cetro, la coronación y? elegir? el séquito de? zánganos que formarán tu corte inicial.

Sin decir palabra abandoné el lugar. Me sentí? con? deseos de visitar a la reina a quien había tomado un sincero cariño.

Por el camino me encontré a una abeja ajena. Era distinta de todo a todo. Su ropa brillante y de muchos colores pero, sus alas eran muy distintas a las mías; eran como alargadas y no volaban, al menos, la sujetan como si descendiera del cielo.

Me llamó por mi nombre. Y confieso que, uno de mis peores defectos, según dice la abuela es la curiosidad así que fui a su encuentro.

Me dijo que era mi hada madrina y venía a ayudarme.

¡A quien le importa ser reina!? – dije sin pensar-. Lo único que anhelo? es ser bailarina.

El hada me miró con ternura y se acercó para susurrarme unas palabras. Asentí con obediencia y seguí mi camino.

Me dirigí? a la casa de Abejón. Lo encontré desecho, ya se había enterado del estado de la reina. Traté de consolarlo pero todo fue inútil; luego de un? largo rato de desesperación, me pidió que lo picara con mi aguijón, que mi veneno fuera la única forma de? estar? con su amada. No quería seguir viviendo.

-La vida, desde que no la veo, perdió su significado –dijo entre sollozos-, me conformé porque como futura soberana? tenía deberes que cumplir. Le propuse huir pero ¿a dónde iríamos?, sería perseguida y condenada a muerte. Fuera del colmenar tendría los días contados.

Admiré y respeté con toda sinceridad los deseos de Abejón.

No me importó lo demás? porque creo en las promesas. En las que nos hacen.

? Llegué ante su majestad. Me acerqué mientras se deslizaba una sombra. La noticia de tu enfermedad? me enloquece; deseo? compartir su suerte. Si mueres no necesito la vida. ¡Por favor ayúdame! ? -me dijo desesperado-. Sé que tú? crees en el amor; sabes que es? mejor? morir por el ser amado que? vivir una vida sin sentido. Mis días y los de ella están contados, ayúdanos a estar juntos? aunque no sea en este tiempo ni en este espacio. Sin pensarlo lo piqué.

Luego me fui a la clase de baile. Al iniciar la práctica, no escuche las recomendaciones de la profesora? quien me advirtió que esa pirueta? ? presentaba un alto grado de dificultad que aún? dominaba. Un silencio vertical vislumbró el ambiente. Minutos más tarde? y tras la sorpresa de los presentes, mi cuerpo voló sin control mientras alcanzaba el abismo. Las promesas se cumplen y el hada; cumplió.

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