Almohada
Platicando con mi cama un día me dijo:
-Es que me concedes mucha gracia, tu crees que soy yo la que te hago soñar
-Bueno es que cuando me recuesto en ti siento descanso
-De verdad que lo doy pero los sueños… ¿tú que opinas almohada? porque creo que la responsable eres precisamente tú.
Almohada- Siempre piensas que consultando conmigo todo se arregla y de pronto me siento medio comprometida porque se me acaban las palabras, por un lado se espera que guarde silencio para que puedas dormir y por el otro lado quieres que te aconseje y perdón pero me siento confundida
– ¿no podrías sólo cumplir con tu función?
-Es que eso es lo que intento, trato de mantener tu cuello a salvo y tu me llenas de babas.
-Es que mi olor te desagrada?
– No, no realmente, te has convertido en lo que le da sentido a mi existencia y de alguna manera pienso que no podría ser sin ti; de hecho me han contado de algunos casos en dónde se han usado almohadas ¡sólo para adornar!, la verdad es que eso me asusta un poco.
-Entonces tienes respuestas para mí, o no.
-La verdad creo que en este compartir sueños y placeres encuentro una forma de ayudarte.
-Habla…
-Voy a dejar que me aprietes contra tu estómago de vez en cuando, eso parece aliviarte un poco, voy a guardar tus secretos y trataré de no hablar con la almohada de junto y voy a guardar silencio mientras reposas sobre mí y encuentras dentro de ti las respuestas que necesitas. Todo esto siempre y cuando tu me sacudas de vez en cuando y cuando cierres los ojos te acuerdes que estoy aquí.