Indalo
Por mi edad ya he recorrido gran parte del camino. Ahora que se acerca el otoño, el de mi vida, dedico mucho tiempo a escribir y a leer, quizá lo hago para luchar contra el aburrimiento, o puede que sea porque ciertos efluvios de vanidad me empujan a intentar crear algo importante, algo que tenga el suficiente peso como para que me sienta orgulloso de mí mismo, el suficiente peso como para que el incesante viento del pasar de los días no pueda apartarlo de mi memoria o de la memoria de quienes me rodean.
Me gusta todo lo relacionado con la literatura, especialmente la novela. Y me suele gustar más aún cuando la escribo yo. ¿Por qué?: porque tiendo a dejarme absorber por la historia que yo imagino, a sentirla y a vivirla con intensidad. No es que no me mantenga a una distancia prudencial, no es eso. Más bien la añado a las demás historias de mi vida y, por inercia, puede llegar a adquirir un valor significativo, parecido, por ejemplo, al de algunas vivencias oníricas. Suelo penetrar en el interior de los personajes, bien sean hombres, mujeres o niños. Claro que mi gozo es superior cuando me identifico con ellos.
He escrito varias novelas, poesías, cuentos y relatos. Como muchos, sentí la ilusión del éxito, pero, como tantos, acabé escribiendo para mí. Escribir no me resulta fácil, puesto que toda mi vida la he dedicado a las ciencias y tengo una mente dicotómica que trata de abreviar, de reducir, de eliminar matices en lugar de buscarlos.
Pienso que la vida, además de muchas otras cosas, es un aprendizaje continuo. Me encanta aprender, necesito aprender, y con ello espero mejorar mi manera de escribir.
Nací en Almería, vivo en Barcelona y tengo 57 años.