Desde el Sur, desde donde la pura inclinación del planeta hace dudosa la verticalidad, no puedo jurar que las piernas sean largas. Si delgadas, por la proporción de la sombra que se pierde hacia los confines del continente. Apenas parecen unirse en oración unimembre en angosta cadera, perfilando antiguo reloj de arena.
Hombros que delatan el movimiento de las alas y brazos finalizando en dedos ágiles y tiernos.
Del pecho se inclina con destino al cielo, refinado cuello, que resiste augusto el peso de la cabeza: De frente rostro oval, mentón suave, labios para beso, dientes de cebolla, y un puente hacía los ojos canela, al abrigo de pestañas de sombra crepuscular, la frente media y el comienzo de una cabellera de contrafrente que enlaciada y pintada oculta la nuca y continúa apenas.
Por dentro, ah por dentro, las ideas….