Desvanecimiento
Sentada junto a la fuente, la luna
dibuja una tenue línea de luz azul sobre su espalda,
el resto de su cuerpo se funde con la niebla.
Me acerco pisando con sigilo la hierba húmeda y cálida
Con mis labios acaricio su hombro desnudo, su cabello
oscuro y espeso cae como un torrente sobre su nuca fina y delicada.
Mi mano siente su cintura que se tensa, al tiempo que una especie de suspiro sale ahogadamente de su boca, ? que se entreabre ? y deja escapar una estrella fugaz que se pierde entre los murmullos del agua.
Ahora estoy frente a ella, sus dedos delgados se posan, firme pero delicadamente, sobre mi mano y me llevan al camino. Acostumbrados a la oscuridad, mis ojos ahora pueden ? ver una mirada que me cuenta historias inverosímiles.
Caminamos. Platicando sin hablar, me cuenta de sus viajes; del mar, de las montañas, del desierto, de países exóticos; de libros raros, de criaturas feroces y tiernas.
Nos besamos.
Sus paso calmado se torna apresurado y gira alrededor de mi, riendo a voces.
Regresamos. No la entiendo: callada, parece flotar sobre el sendero. La fuente nuevamente, la luz de la luna se apaga, ? ella desaparece en la niebla.