Olivia, la bibliotecaria

Filed under: Creatividad - Primer ejercicio — Indalo at 10:48 pm on martes, noviembre 3, 2009

Olivia era feliz trabajando en la biblioteca pública. Amaba los libros, observarlos, tocarlos, olerlos y… leerlos; ejercer de bibliotecaria colmaba sus aspiraciones.

Desde pequeña pasaba horas en los columpios, sola y abstraída. Era callada y tendía a embelesarse con sus pensamientos e instalarse en sus fantasías. Su familia le recriminaba esa actitud, sus profesores la castigaban y sus amigos se burlaban. Cuando se asomó a la pubertad, descubrió que era fea, más fea que las demás, y que no gustaba a los chicos. Sus primeros e inmaculados amores fueron quebrándose uno a uno, la desanimaron, la angustiaron y propiciaron que desarrollara rechazo hacía el sexo, hacia sí misma, hacia los demás, y hacia la propia vida: deseaba morir. Sin embargo, la lámpara de la vida le iluminó el camino, y encontró un atajo balsámico: la soledad. Se instaló en ella y se fabricó un mundo íntimo sin nadie que la analizara ni le exigiera ni le reprochara su fealdad ni la marginara, un mundo diseñado a medida de sus ilusiones y de sus necesidades, un mundo inspirado en los libros.

Comenzó relacionándose con Verne, Dumas, Stevenson. Después intimidó con Goethe, Espronceda, Flaubert, Larra, Lorca… Se consideraba privilegiada por granjear amistades tan ilustres y expertas, incluso en el ardor de sus conversaciones llegó a recriminar a Goethe que fuera tan injusto con Werther, y a Wilde, su tormentosa relación con “Bosie”.

Se convirtió en una bibliotecaria exigente y rígida como una roca. No consentía que se perturbara el silencio lo más mínimo, ni que se hiciera ruido al extraer o depositar los libros, ni que se devolvieran descuidados, ni que se doblaran sus hojas ni ? que simplemente se abrieran sin delicadeza. En realidad, le molestaban los visitantes porque le impedían gozar plenamente de su relación con los libros.

Poco a poco, Olivia consiguió que la dejaran en paz y los vecinos dejaron de visitar la biblioteca. Entonces se dedicó a vivir una vida plena con sus amigos los escritores.

Pasaron los días y nadie reponía libros ni limpiaba las dependencias. Olivia telefoneó al alcalde. Éste le contestó que la soledad que había elegido era absoluta, de primer grado, y que conllevaba hacerse cargo de las labores de limpieza y mantenimiento.

– Pero sola no puedo.

– Usted ha elegido la soledad absoluta.

– ¿Y mi sueldo? Este mes no he cobrado.

– La soledad absoluta no conlleva retribución. Eso crearía dependencia de los demás y usted no lo desea, ¿cierto?

– Sí, pero…

?

Circunspecta, caminó entre las estanterías. Observó un librito descolocado que correspondía a las votaciones de los premios Nébula. Lo colocó y se detuvo ante la casa de Lorca: estantería 4B12 y aprovechó para recolocar “El cuento de la gallina”, que sobresalía.

– Abusas de la soledad –afirmó Federico.

– Pero si ahora tengo lo que he deseado durante toda mi vida.

– Estamos tristes.

– ¿Por qué?

– Necesitamos a los demás para que nos lean: ese es nuestro cometido; si no, desapareceremos.

– ¡Os leo yo!

– Pero estamos diseñados para que nos lean los vivos…

– ¡Qué dices! ¡Repítelo!

14 Comments »

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Comment por carla

4 noviembre 2009 @ 9:53 pm

Me ha gustado mucho tanto el principio como el desarrollo. El final es sorprendente. El recorrido vital del personaje está además muy bien descrito, hace creíble lo que pasará después. Buen trabajo.

354

Comment por Indalo

5 noviembre 2009 @ 12:51 am

Gracias, Carla.
La verdad es que he tenido que hacerlo muy deprisa y no estoy muy satisfecho con el trabajo, aunque le he dedicado mucho tiempo:soy muy lento.
Te agradezco tu opinión, y la próxima vez espero que me indiques lo que no te gusta, que yo no me molesto, al contrario.
Saludos.

372

Comment por albino

5 noviembre 2009 @ 6:48 pm

Indalo. El tema que desarrollaste me gusta y me atrapó.
» Necesitamos a los demás para que nos lean: ese es nuestro cometido; si no, desapareceremos.» Interesante, no?
Quizás podrías haber ahorrado algunos ejemplos o descripciones reiterativas para reducir palabras, sin quitar la escencia del mismo. Saludos

374

Comment por Indalo

5 noviembre 2009 @ 7:31 pm

Gracias, Albino. Contestando a tu sugerimiento, resulta que desarrollé un borrador y me sobraban trecientas palabras. Empecé a desplumar la «gallina» y, con mucho esfuerzo, quedó así. Tienes razón conque hay muchas palabras. Debería haber limpiado más, pero me ajusté al tope de 500.
Es cierto que necesitamos que nos lean. Este taller, por ejemplo, no tiene otra motivación que esa. A mí me gusta que también me transmitan la parte negativa, como tú has hecho.
Saludos.

377

Comment por sblach

5 noviembre 2009 @ 10:53 pm

Me ha gustado y sorprendido, me ha resultado una Olivia un tanto extremista pero me ha encantado imaginarme esas conversaciones entre Olivia y tan ilustres escritores (la de conversaciones que se me ocurren). Por contra el dialogo con el alcalde me dejó un tanto confusa, no es creíble para ser real, ¿es entonces un delirio de fantasma? ¿Cuando se ha muerto Olivia?

Saludos

378

Comment por carla

5 noviembre 2009 @ 11:36 pm

Hola otra vez Indalo. La verdad es que cada uno escribe como escribe y a mí tu relato me ha agradado. Cuando tenga algo que me «chirríe» (falta de ritmo,falta de credibilidad, etc.) prometo comentarlo. Estamos para darnos ideas y corregirnos pero si me parece que está bien, a mi gusto… Te doy las gracias por hacerme pasar un buen rato y con tu final además, pensar un poco.
+ Saludos

379

Comment por Indalo

6 noviembre 2009 @ 12:00 am

Hola, Sblach. Muy aguda tu pregunta. Precisamente ahí está el interrogante.Habrás podido observar que son posibles varios desenlaces, paranormales o delirantes, nada reales. Por ejemplo, supon que ella queda trastornada tras su separación absoluta de la sociedad (cuando la dejan en paz y se dedica a vivir una vida plena con los escritores), o bien, que ella muere en ese momento; en este caso sería un final paranormal. Y hay más posibilidades…

380

Comment por SKORPIONA

6 noviembre 2009 @ 4:04 am

Una pregunta suelta: ¿intimidó, del verbo intimidar o intimó, del verbo intimar?

«Después intimidó con Goethe, Espronceda, Flaubert, Larra, Lorca…»

A veces al tipear los dedos nos traicionan!!

Saludos
SKORPIONA

385

Comment por Beny

6 noviembre 2009 @ 6:23 am

cumpliste el objetivo del ejercicio segun mi opinion y al final lograste sorprenderme, se nota que eres una pluma con muchas horas de vuelo

386

Comment por Indalo

6 noviembre 2009 @ 10:35 am

Buena observación, Skorpia. Es un error mío, que cometo al hablar, y se me ha colado en la escritura. Lo correcto es INTIMÓ. Te explico: es un error de dicción muy extendido en la manera de hablar del lugar donde resido actualmente: Cataluña.
Muchas gracias por el apunte.
Saludos.

387

Comment por Indalo

6 noviembre 2009 @ 10:42 am

Gracias, Beny, por tu comentario, pero no soy más que un ávido aprendiz que, como todos, intenta colocar las palabras lo mejor posible, y que para ello necesito realizar grandes esfuerzos.
Saludos.

402

Comment por Raul Hernandez

7 noviembre 2009 @ 10:27 am

Buen desarrollo, me gustó. El hecho de necesitamos que nos lean los demás, no solo aplica a que hubiera muerto Olivia. Yo me quede con la idea de que los libros no son para una sola persona, son para muchas pues el propósito de la lectura es trascender.

Saludos,

Raúl H

406

Comment por Indalo

7 noviembre 2009 @ 12:11 pm

Hola, Raul: Una opinión muy interesante, la tuya. Gracias por participar en la lectura y por ofrecer tu opinión.

919

Comment por paulasarah

16 junio 2013 @ 4:55 am

Me ah causado cierta gracia el cuento, me gusto. Aunque considero ( a nivel personal) que los libros son para todos sin excepción de los fantasmas.

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