Darío En Lisboa
Darío se despierta y no sabe donde está. Aún no ha abierto los ojos. Piensa:
«?La pared estaba a izquierda o derecha? No seas gallina, hombre, atrévete a mirar.»
Se atreve por fin y levanta el párpado derecho. El izquierdo por ahora se ha quedado pegado. Ya está. Ya se han abierto los dos. Ve una ventana amplia y una enorme? lámpara de latón dorado. «Esto no es mi casa. !Ah! Claro, estoy de viaje. Esto es un hotel, seguro. Mi casa es más pequena. Además, aquí no hay un solo libro y en mi casa sí, los hay a montones.»
Se levanta y va recordando un poco. Se le acerca una mujer de su edad, en camisón. Supone que es de su familia. Parece fuerte y sólida como una roca.
«Vamos, carino. El especialista nos espera a las 10. No debemos llegar tarde.»
No parece mala persona esta mujer. Se ducha, se viste, bajan juntos a desayunar y luego suben a un taxi.? De camino, por la ventana, ve a unos ninos riendo en un columpio, arriba y abajo, arriba y abajo.? En una tapia hay carteles con fotos de grandes cabezas y tres letras incomprensibles debajo.? En un semáforo rojo le da tiempo a leer la letra pequena que entiende así? 😕 «No deje de acudir a las votaciones, domingo 13 en su colegio electoral». ?Votaciones? ?Elecciones? ?Desde cuándo hay elecciones este ano? ?Ha caído el gobierno antes de tiempo? No entiende nada, esto no le cuadra.
Finalmente, se sientan los dos ante una puerta cerrada, al final de un pasillo ciego. Darío traduce fácilmente el rótulo en la puerta, que está escrito en portugués : Neurología, Dr. Gonçalvez, especialista en Enfermedad de Alzheimer. Está claro que debe ser un experto reconocido en su campo.
Darío se pregunta quién será el paciente : él o esta amable mujer.
(fin del tercer ejercicio)