Cita en el Orient Express
Un suspiro se escapó de su boca, su mirada perdida entre la masa de personas que invadían el andén miraba el pasado, su corazón latía acelerado. Tras el cristal la gente se apresuraba arrastrando su equipaje para subir, el último aviso para el Venice Simplon- Orient Express con destino Paris se oía hasta en la más apartada esquina de la estación de Santa Lucia.
Ya estaba, lo había hecho. De pronto el tren se pone en marcha, instintivamente mira el andén donde solo quedaban los operarios, contiene la respiración,? su mirada busca la puerta que da acceso a la estación, donde una familia da la bienvenida a un de sus miembros. Un hombre sale apresurado hacia el andén y corre tras el tren, ante la imposibilidad se detiene, de su figura ya lejana solo? se dibuja el abrigo y el sombrero.
Después de unos minutos sin respirar con la espalda pegada al sillón y mirando la pared del compartimento, su cuerpo comenzó a relajarse y revivió el color de sus mejillas, el bolso que sujetaba con fuerza por la tensión se cae al suelo. El paisaje comenzaba a dejar de ser urbanita, atrás quedaban los parques con los columpios solitarios, la periferia de paredes empapeladas de carteles de las pasadas votaciones electorales. La perspectiva del horizonte se había ampliado, el cielo era de un color fuego a causa del atardecer.
Encendió la lámpara, abrió la maleta y de su interior sacó un libro,? un manojo de cartas y un portafolios. Se puso las gafas y comenzó a leer una postal cuyo paisaje era una colina verde en la que había unas rocas colocadas circularmente.
Orient Express
Venecia-París
27 de Noviembre
Suenan golpes en la puerta, le sigue una voz de hombre.
– Buenas noches, disculpe le comunico que la cena se servirá en media hora en cualquiera de nuestros vagones- restaurantes. También decirle que no es obligatorio ir de gala pero si aconsejable.
– Muchas gracias.
– Que lo disfrute, buenas noches.
– Buenas noches.
Todo en el tren recordaba a épocas pasadas, los vagones continúan conservando los colores azul y dorado, la decoración exquisitamente escogida y el protocolo del servicio. Sabía todo eso y le gustaba,? sabía que él? había escogido este tren por eso.
Llegó al vagón-restaurante, la acomodaron junto a la ventana, y le ofrecieron el menú. Sabía que él se encontraba en él tren y lo buscaba en cada hombre. Llegó el camarero.
– Que va ha tomar la señora.
– Disculpe, ¿Qué es fertile di un dibatitto?
– Caldo de gallina, señora.
– Creo que en principio me tomaré una copa de vino, a su elección, seguro que es un experto.
Se abre la puerta que da al vagón piano-bar, sonaba «My one and only love». Cogió su copa y se dirigió allí como hipnotizada, allí estaba él tras el humo de un cigarrillo.