Príapo
Odisseo usaba su dialéctica barata, sus versos, su rima de libro viejo para remolcar. En el mundo de los foros literarios había mucha gallina con complejo de inferioridad o sola, más sola que Papá Noel en el October Fest, dispuesta y dichosa de caer entre sus estrofas, y por qué no entre sus sábanas de experto amador. Cuando se aburría de balancearse siempre en el mismo columpio, cambiaba a otro parque y encontraba uno disponible donde divertirse. A cierta hora de la noche solo debía encender la lámpara del escritorio, el ordenador y dedicarse a responder dulces mensajes de amas de casa aspirantes poetas, decepcionadas por la rutina y aburridas de sus esposos y su familia o e-mails de solteronas aburridas de tener por compañía sólo gatos pelados. Se sentía cada vez más orgulloso gracias a sus poemas ya que cuando publicaba uno subían en un momento las votaciones y se encontraba siempre entre los primeros puestos catapultado por las preferencias de tanta gallinita suelta. Se le fueron acumulando, sin ni siquiera darse cuenta, una considerable cantidad de ex amantes, amantes virtuales y amigas que fundaron su club de fanáticas y comenzaron un complot para encastrarlo. Una tarde, al volver del trabajo, se encontró en la puerta de su casa, sentadas sobre la baranda y sobre los escalones del pórtico a diez mujeres que reconocía habían pasado por su cama o su pantalla. Cada una traía y había colocado meticulosamente en algún rincón, su bagaje; algunas maletas, canarios, gatos y cachorros que ya giraban por el jardín como si fuera su casa.