La biblioteca de la mansión Button.

Filed under: Creatividad - Primer ejercicio — Yyrkoon at 3:23 pm on lunes, noviembre 9, 2009

La luz de la lámpara parpadeaba insistentemente con clara intención de apagarse para siempre, esto dejaba en la habitación en una tétrica penumbra. Las cortinas danzaban al son del gélido viento que se colaba por la rendija de la ventana ululando con la suavidad de la muerte.

Jules avanzó en la oscuridad y el silencio, este último sólo roto por los crujidos tenues de los tablones carcomidos de la vieja casa de la familia Button. Su rastro quedaba marcado en el polvo del suelo que llevaba allí tanto tiempo como la más vieja de las almas del cementerio exterior.

Siempre se había considerado un hombre valiente y escéptico, sin embargo había algo en aquella casa que le ponía la piel de gallina. Conocía bien las historias que corrían sobre aquella mansión, y como experto tasador debía comprobar su veracidad antes de ponerla en venta, más si cabe teniendo en cuenta que su próximo propietario sería el nuevo alcalde, elegido en las votaciones más corruptas conocidas en aquel nórdico pueblo. Se decía que votaron hasta los muertos.

Nada más poner el pie en la habitación la vieja bombilla dio su último estertor y quedó en la sombra para no volver a iluminar jamás. Jules se acercó a la ventana dejando que sus dedos rozasen las antiguas estanterías de la biblioteca, sintiendo su ruda textura plagada de astillas y empapándose de la sabiduría que emanaban, la sabiduría de una eternidad, la sabiduría que contenía más de una vida impresa en centenarias hojas de papel.

Retiró las cortinas y dejó que se filtrase la luz de la luna mansamente entre los ennegrecidos cristales. Cerró bien la ventana y el silencio que cayó sobre él al cesar el ruido del viento le hizo estremecer. De pronto, cuando ya volvía a su cuarto, escuchó un fuerte chirrido en el exterior. Se acercó a la ventana raudamente, pero sólo vio un viejo y oxidado columpio meciéndose furiosamente al son del viento, por unos segundos se encontró hipnotizado observando el columpio y las lúgubres lápidas tras él, observando la noche tras el velo de suciedad del ventanal.

Una roca como un puño le sacó de sus meditaciones, rompió la ventana y le golpeó en la sien. Jules trastabilló varios pasos hacia atrás chocando estrepitosamente contra las ciclópeas estanterías y fue de bruces al suelo, tras él, precipitado por el impacto, un libro cayó aparatosamente sobre su mano. Presto sacó su linterna y alumbró el tomo, «La mansión de los Button». Había leído escasas tres páginas cuando se dio cuenta que aquel mamotreto contenía la sabiduría de más de una vida impresa en centenarias hojas de papel, contenía mucho más que una vida, contenía su vida. Jules no era más que un libro que antaño quedó cerrado.

2 Comments »

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Comment por Sofia Moreno

11 noviembre 2009 @ 1:00 am

Un relato circular, al estilo de Borges. Me ha encantado. Bravo, bravo. Sofía

Comment por adriana alcala

17 septiembre 2013 @ 11:16 pm

me gusta se puede desarrollar una buena trama de suspenso y con esas cosas que lo ponen a pensar tan viejo como la mansion button que bien ! te felicito

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