No me lo reproches
Nevó durante toda la tarde. Por fin paró un poco y salí a la calle. Pero no había? forma de caminar sin dejar huellas. Me encontrarías. Entonces llegó ella,? ? con su flamante coche rojo y oliendo a puta barata. Entró en tu casa por la? ? puerta principal y yo aproveché las rodadas de su coche para alejarme.? ? Puse cuidado en tapar la nariz con un pañuelo para que no cayeran? ? las gotas de sangre sobre la nieve. Espero que aún recuerdes las continuas hemorragias que sufría por aquellas fechas… Por cierto, ayer se cumplieron dos años; ¡cómo pasa el tiempo!
Te preguntarás, cariño, ? cuál es el motivo de esta carta. Muy fácil, quiero contarte por qué actué de esa manera, quiero que comprendas que no fui la única culpable. También resulta que soy perfeccionista y me gusta concluir todo aquello que empiezo, por lo que he pensado que tú, que fuiste el damnificado,? tenías derecho a conocer la realidad.
? Antes de llegar al Mesón del Águila me crucé con la policía. Iban hacia tu casa. Ya imaginarás que fui yo quien les avisó, y lo hice desde tu propia casa, antes de marcharme. Me vi obligada a ello por una serie de circunstancias que a continuación te aclararé. Pero el detonante fue tu deslealtad, averigüé que eras infiel, que estabas tramando fugarte con tu amiguita y… con el botín ¿Y quizá teníais previsto liquidarme antes? Eso solo vosotros lo sabréis, a mí ya no me importa.
Como pudiste comprobar, me adelanté. Imagino que te sorprendería, porque siempre tuviste un concepto muy pobre de mí, quiero decir que me menospreciaste. ¿Acaso creías que era tonta? ¿No recuerdas que el golpe al banco lo organicé yo, que tú sólo empleaste la fuerza, la fuerza del macho? ¿Acaso me creías prisionera de tus encantos, embobada por tu amor, perdida en el deseo? ? Cariño, hacía mucho tiempo que pensaba antes de actuar: la adolescencia me quedaba lejana. Soy una mujer apasionada, tú lo sabes muy bien, pero antes de conocerte ya había aprendido a conducirme.
? Y acerca de ti, siendo un buen espécimen como eres, siempre me pareció que te faltaba algo, o mejor, que te sobraba algo, que te sobraba soberbia. Tu entendías el amor como un negocio productivo, un negocio que generaba regalías, y una de ellas era mi abnegación; tú te considerabas el centro del mundo y te sentías con derecho a utilizarme. Y me creías dócil porque no alzaba la voz como tú. Pensabas que “mandar” era subir la voz más que el otro: lamentable…
Por suerte, descubrí tus intenciones, tus sucias intenciones, y actué. Sólo tuve que ponerte un somnífero en el café aquella tarde; así de fácil. Claro que… tuve un contratiempo, un pequeño contratiempo: la aparición de tu amiguita con su cochecito rojo, algo que no tenía previsto. Tuve que apresurarme. Sin embargo, las huellas de su coche me ayudaron a escapar con más garantías aún de las previstas.
¡Qué pena que te robaran el botín del banco! Bueno… en realidad me alegro de que no lo disfrutaras tú ni tu amiguita. Treinta millones de euros era mucho dinero para vosotros dos.
? Cariño, espero que estos casi dos años de cárcel te hayan servido para recapacitar. No me los reproches nunca; si acaso, piensa en tus propios errores. Por cierto, cariño, suerte que la policía no encontró el dinero en tu casa, porque de haberte pillado con las manos en la masa tu condena habría sido muchísimo más larga y penosa.
? No me busques, cariño, no me encontrarás. He tenido un golpe de suerte y vivo muy bien, en un lugar de ensueño. Con dinero es fácil esconderse, con dinero y con los avances de la cirugía. Te haría gracia comprobar lo voluble que es el aspecto de una mujer.? En un santiamén te pueden modificar el cabello, los labios, los dientes, los pómulos, las caderas, los pechos… cualquier cosa, y lo hacen bien, es cuestión de dinero. Ahora bien, los especialistas a los que me refiero no son tan chapuceros como los que le pusieron esos melones tan rígidos a tu amiguita. ¡Ah!, se me olvidaba, también es fácil cambiarse el nombre.
Para terminar, cariño, te aconsejo que no pienses mal, que te conozco…: que desapareciera el dinero aquella tarde, no significa que yo me los llevara.
Suerte, cariño, supérate.