-¿Qué le pasa?, ¿por qué me mira así?
-No te está mirando a vos, se está mirando ella.
-Yo siento que me mira a mí.
-No, ¿no ves como se arregla el pelo?
-Me llevo este espejo.-dijo Carla.
Se subió al auto y condujo hasta su casa, acomodó, antes, su espejo nuevo en el asiento trasero,-Ya te voy a encontrar un lugarcito para vos-le dijo dulcemente a éste.
-Que raro,-pensó él-sin ni siquiera conocernos es tan cariñosa con nosotros, los objetos, mientras que con los humanos tan distante.
Carla llegó a su casa, abrió la puerta, cansada, y llena de bolsas con cosas sin sentido, los pies le pesaban y las manos le dolían.
-Llegué- saludó al marido.
-¿Cómo te fue?
-Como siempre, demasiado trabajo para un ama de casa.
Tomó a su espejo y le mostró lugares, -¿acá te gusta?
-Está loca,-le dijo el espejo a la cómoda- encima de ti ya no entra nada más.
-Siempre me hace cargar con más cosas de las que puedo-contestó ofuscada y a la vez resignada.
-De seguro ella también carga con más cosas de las que puede- le respondió el espejo justificando el acto de su dueña.