Siempre me quedará París

Filed under: Creatividad - Segundo ejercicio — Alfonso at 7:14 pm on miércoles, noviembre 11, 2009

Nevó durante toda la tarde. Por fin paró un poco y salí a la calle. Pero no había forma de caminar sin dejar huellas. Me encontrarías. Entonces llegó ella, con su flamante coche rojo y oliendo a puta barata. Entró en tu casa por la puerta principal y yo aproveché las rodadas de su coche para alejarme. Puse cuidado en tapar la nariz con un pañuelo para que no cayeran las gotas de sangre sobre la nieve.

?

Siempre que salía de tu casa me juraba que no volvería nunca más. Sabía desde hace tiempo que no era la única en tu vida y a pesar de todo volvía una y otra vez. Mientras caminaba por la nieve rememoré el momento en que te conocí.

Una figura cargada de maletas y bultos entraba en la estación de Valencia, andaba, tropezaba, perdía algún bulto; volvía a por él, lo intentaba colocar entre los otros y volvía a repetir todo el proceso con lo que el avance sé le hacia muy dificultoso. Su aparición se convirtió en un espectáculo que no pasó desapercibido. Su aspecto era informal aunque no excesivamente desaliñado, pantalones vaqueros, camisa de cuadros y chaqueta marrón;? barba de varios días y? pelo desordenado.

? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? Se situó delante de uno de los monitores que indican la salida de los trenes y comprobó los horarios. Parecía sobrarle tiempo por la lentitud de sus pasos. Se dirigió hacía el andén y tomó unas escaleras mecánicas excesivamente estrechas para la anchura que él necesitaba; varios bultos iban en los pasamanos y otros en la escalera con lo que las velocidades eran distintas y aunque todos consiguieron llegar abajo, primero lo lograron unas bolsas, luego Zoilo que tropezó con ellas y cayó encima y a continuación todos los demás paquetes que se desmoronaron sobre él y casi alguno de los pasajeros, que venían detrás, que se las vieron y desearon para poder esquivarle.

? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? Desde uno de los bancos del andén le vi. Me pareció una broma y no pude evitar reírme a mandíbula batiente. Me vio y se dirigió hacia mí. Reprimí mi regocijo y adopté una actitud seria no fuera a enfadarse. Se acercó y durante un rato estuvo colocando en el suelo todos sus fardos, cuando lo consiguió se sentó a mi lado.

-? ? ? ? ? ? ? ¡Qué!, ¿te diviertes? Me dijo

Le miré sonriente. Aquellos ojos grandes, relucientes y verdes, muy verdes me hipnotizaron y creo que todavía me tienen secuestrada.

-? ? ? ? ? ? ? Si mucho, le contesté sollozando de risa.

-? ? ? ? ? ? No me extraña me contestó y lanzó unas cuantas carcajadas estruendosas que lograron que la gente le observase todavía con más curiosidad.

Miramos a nuestro alrededor y nos reímos.

Me contó que había exprimido al máximo el verano después de pasarse vendiendo por toda la costa mediterránea. Los turistas ya escaseaban y el tiempo se había convertido en la maldita gota fría que siempre daba guerra en septiembre u octubre. Así que se volvía para Madrid.

Yo había estado en Marbella y en Ibiza pero no lo había pasado trabajando sino de fiesta en fiesta con mis amigas y ahora hastiada y cansada volvía también a Madrid.

Nos reímos un rato largo y al llegar el tren me despedí rápidamente para coger mi asiento. Me instalé en la ventanilla y eche un vistazo buscándole por el andén. Ya no se le veía. Había desaparecido. Era una pena. Me había resultado muy gracioso. Alguien que me pedía disculpas mientras colocaba sus maletas me sacó de mi ensimismamiento. Me di la vuelta y me quedé con la boca abierta. ¡Era él!

No sé que nos unió. Más bien creo que había muchas cosas que nos separaban. Quizás fue eso pero hablamos y hablamos durante todo el viaje. El me contaba historias, experiencias y aventuras y yo le escuchaba expectante.

El tren avanzaba a toda velocidad, sin que el paisaje nos importase lo más mínimo, nos habíamos metido el uno en el otro y la investigación mutua nos tenia absorbidos.

Me dí cuenta que tenía cogido su brazo. No sabia como había sido pero en el transcurso del relato había sentido la necesidad de que sintiera mi apoyo. Me azoré.

Nos quedamos callados y noté que íbamos en el tren la realidad del traqueteo y el paisaje que se veía por la ventanilla irrumpieron de forma violenta. El dialogo nos había puesto en un contacto íntimo que ahora se rompía y nos advertía que no estábamos solos. Nuestras manos estaban ya entrelazadas.

Casi sin darme cuenta estábamos llegando a Madrid.

Zoilo me preguntó:

-? ? ? ? ? ? ? ¿Quién te espera en Madrid?

-? ? ? ? ? ? ? ¡Oh! Un invierno muy, muy largo.

-? ? ? ? ? ? ? A mi no me espera nadie, añadió.

El tren descendió suavemente su velocidad hasta que se detuvo con un pequeño frenazo.

Nos miramos largamente esperando que fuera el otro el que se moviera.

Numerosas personas salen por el pasillo; él no se puede mover.

Sus ojos? no se apartan de los míos y nuestras manos se aprietan fuertemente.

El pasillo está libre.

Mi corazón late apresuradamente, unas perlas de sudor aparecen en su frente.

El tren anuncia que va a hacer su salida con rumbo a Irún.

Ninguno nos movimos.

Me pareció que su boca temblaba, que me iba a pedir algo pero no le deje y le besé con pasión.

El tren comenzó a deslizarse lentamente.

Ahora entre la nieve pienso que el sueño se ha acabado. Aquel invierno en París valió la pena, pero ahora estoy enganchada a un sueño. Después de aquel tiempo volvimos al Mediterráneo y luego a Madrid pero ya nunca fue igual. Ahora su desprecio es humillante y cuando se lo digo me maltrata.

Me soné suavemente intentando que la sangre me dejara respirar.

Me he perdido el respeto a mi misma y siempre vuelvo a verle a pesar de que cuando me voy de su lado me juro que no volveré.

En mi cabeza empiezan a bullir ideas. Cojo un taxi y me presento en la estación de tren.

El tren con destino París no tardará en salir. ¡Si me atreviese!

Compro un billete y me siento a esperar.

Un muchacho de pelo castaño y sonrisa amplia se sienta a mi lado.

-? ? ? ? ? ? ? ¿Vas de viaje?, me pregunta

-? ? ? ? ? ? ? Yo voy a París y ¿tu?

-? ? ? ? ? ? ? Yo también me contesta

Pues vamos le digo y cogiéndole del brazo le susurro “Siempre me quedará París”.

1 comentario »

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Comment por carla

23 noviembre 2009 @ 1:16 am

Muy original, Alfonso. Me ha sorprendido mucho cómo utilizas los recuerdos,los flashbacks. Enhorabuena me ha gustado. Ah, también me parece que consigues que nos traslademos a la estación y vivamos el inicio de una relación sin esforzarnos en imaginar. Gracias por tu relato.
Un saludo

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